El corazón de la revolución social que surgió como repuesta a la sublevación militar de julio 1936, fue la colectivización de la industria, los servicios y la tierra. Aunque la CNT tuvo un papel clave en el proceso, en gran parte la colectivización fue la respuesta espontánea de sectores de las masas urbanas y rurales al problema práctico de cómo mantener la producción y el cultivo.
El centro de la colectivización urbana fue Catalunya, sobre todo Barcelona donde 80% de la industria y servicios del capital catalán estuvo bajo el control de las personas de clase trabajadora.
En la mayoría de los casos la decisión de colectivizar fue tomada por una asamblea de trabajadores y trabajadoras o por el comité sindical de la empresa. Además de colectivizar la producción, se introdujeron una serie de medidas como la educación técnica, cursos de alfabetización y la provisión de guarderías (una medida especialmente importante dada la entrada masiva de las mujeres en los lugares del trabajo durante la guerra).
Para coordinar la producción en al algunos sectores se organizaron federaciones de industria; la más importante en Barcelona siendo la federación de madera que involucró unas 8.000 personas trabajadoras y que procedió a una verdadera ‘socialización’ con la producción basada en las necesidades de la población.
El campo
El proceso de colectivización fue más lejos en el campo. En toda la zona republicana hubo casi 2.000 colectivizaciones agrarias, involucrando más de un millón y medio de personas. En muchos sitios las colectivizaciones organizaron nuevas escuelas y otras actividades culturales en los pueblos. En Valencia, Andalucía y Castilla participaron tanto la CNT como la UGT en su organización.
En el este de Aragón, donde había milicias anarquistas catalanas, las cuales tuvieron un papel clave en su establecimiento, el proceso fue mayor. En muchos pueblos se abolió el dinero, se colectivizaron los talleres y almacenes y se organizó la distribución de todo lo producido según las necesidades de cada familia.
Una de las colectivizaciones más emblemáticas fue la del cultivo de cítricos en el País Valencià que llegó a organizar las exportaciones al extranjero independientemente del estado.
Problemas
En un contexto de guerra las colectivizaciones se enfrentaron a toda una serie de obstáculos: faltaron materias primas y se interrumpieron las comunicaciones. Además hubo problemas de índole político. Aunque no fueron tan comunes como insistiera la propaganda comunista, hubo casos de colectivización forzada que alienó determinados sectores del campesinado. Más problemático aún, fueron los casos de lo que el POUM llamó el ‘capitalismo sindical’ – cuando las personas trabajadoras trataron la empresa colectivizada como su propiedad y no como parte de una economía socializada.
Sin embargo el principal obstáculo fue la hostilidad del gobierno republicano. El Frente Popular, empeñado en presentar al mundo la imagen de una democracia ‘normal’, fue bastante hostil a la idea de una economía colectivizada. Entonces desde el gobierno se saboteó la labor de muchas colectivizaciones o, sobre todo en la industria, se introdujo un control estatal nombrando directivos. Incluso, se devolvieron algunas empresas a sus antiguos propietarios.
El anarcosindicalismo, por negarse a crear un nuevo poder revolucionario, dejó en manos del Frente Popular las comunicaciones, el comercio internacional, las finanzas y el orden público.
Ejemplo
A pesar de todo, las colectivizaciones fueron relativamente eficaces. En el campo, al menos durante el primer año de la guerra, se mantuvieron el cultivo y el abastecimiento de la retaguardia y del frente. Asimismo, en muchas industrias la producción no cayó en picado. Incluso en algunos casos cuando los dueños volvieron a Catalunya con las tropas fascistas a final de la guerra encontraron sus fábricas en mejores condiciones que antes de la guerra.
Sobre todo, la experiencia de la colectivización durante e la guerra civil sigue siendo uno de los ejemplos mas ricos de cómo es una revolución social; de como la gente es capaz de organizar por si misma la vida económica.